¿Qué es tan fuerte como para mantenerte pegado a una conversación? ¿Quién es lo suficientemente fuerte como para retenerme? Eso eres tú. Hipnosis. Peligro. Luz. Atracción. Una cosa ínfima, totalmente necesaria. ¿Que por qué te hablo así? Es que no puedo no hacerlo. Eres la ampolleta de esta polilla que no quiere dejar de darse contra el cristal. No puedo dejar de escribir de ti. No quiero. Es tan hermoso digitar cada palabra y, con ello, explotar una sensación, abrir una herida, cerrar una puerta. Caer en un pozo. Cavilar en cada paso. Sopesar las consecuencias de mis silencios. ¿Qué me hiciste? ¿Por qué estamos aquí? Para el resto ya cayó el telón. Las luces se van apagando, la gente se va y tú sigues aquí. ¿Qué esperas de mí? ¿Que te saque de la penumbra o que tú me saques a mí?
Eres viento. Eres aire. ¿Por qué no te quedas aquí? ¿Por qué no te calmas? ¿Por qué no eres mi fuego interno? ¿Por qué no eres tierra estable? ¿Por qué no mejor eres frío y simplemente me matas? Porque no puedes. Y no quieres. Es parte de tu todo. Porque así también me haces buscarte, y eso te hace crecer. ¡Qué ridícula debo verme tratando de atrapar el viento con mis manos, despeinada por las ráfagas burlescas que lanzas hacia mi!
Es inútil tratar de echar raíces si arrasas con todos mis intentos. Vuela lejos de mi. A mi
alrededor. Hazme caer. Ciegame. Guíame. Culpame y perdoname por todo y más. ¿Qué
quieres ser a fin de cuentas? ¿Juez o jurado o culpable o testigo? Tal vez la venda y también la balanza. O tal vez te cansaste de lo juegos de palabras.
Capaz que ni siquiera quieras ser mi amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario