Regalame un beso?
Me ha dado vueltas todo el día esa frase. Es como si fuese lo único que puedo oír. Lo único que puedo ver. Te veo a ti. Y las palabras salen de mi boca antes de que pueda atajarlas. Luego el beso (el tan esperado beso), y después desaparezco. Desaparecemos. Nos volvemos inmateriales. Nos entregamos. Ya no vemos nada, cerramos los ojos. Llegamos a un lugar en el que no existen los aromas, no existen otros colores, otros sonidos, otras texturas. Sólo los nuestros. Sólo tú, yo y el beso. ¿Desaparecimos? ¿O desaparecieron ellos?
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